La memoria re-creada”. Reseña de Los tiempos del caracol

ARMANDO QUIROZ BENITEZ


Armando Quiroz Benítez, docente, escritor, poeta y amigo leyó mi libro de poemas “Los tiempos del caracol” y amablemente redactó esta reseña con las impresiones de su lectura, después de referirse a los momentos que hemos compartido como maestra- alumno y luego como colegas, dice: “Así, sin más preámbulo, en las siguientes líneas compartiré algunas de mis impresiones acerca de Los tiempos del caracol”.
Está integrado por un conjunto de poemas escritos en el período de 2004 a 2022, según se expresa en el subtítulo; a primera vista pudieran parecer distanciados, sin embargo, tienen un hilo conductor: la percepción inequívoca de la temporalidad que nos es inherente como seres-en-el-mundo, de la fugacidad que como una realidad segmentada se nos presenta mientras somos. En sus versos, ya lo dice Liliana Muñoz en la Presentación, se puede ver que “la vida ocurre y los relojes avanzan”.
La maestra Martha Lilia, considero, explora (y explota) con visible soltura y naturalidad poética la veta fecunda del recuerdo, de esa franja que como huella indeleble a todos se nos ha quedado en la memoria. Y lo ha hecho también en momentos anteriores, tal es el caso del libro El amoroso tic tac de los relojes publicado por la autora hace una década (2013), en cuyas páginas podemos leer atractivas estampas de prosa nostálgica y suave costumbrismo. Sin embargo, su ejercicio literario no se queda en la remembranza, sino que se impulsa hasta el recuerdo. Quienes, como ella, hemos abordado el texto autobiográfico, sabemos que recordar no es sólo rememorar. El rememorar se limita a la memoria, pero el recuerdo trasciende hasta el corazón, simbólico lugar donde permanecen las experiencias vividas, o mejor dicho las experiencias vívidas, aquéllas que permanecen grabadas como verdadera impronta (no en balde la etimología nos remite al cordis, centro orgánico y a la vez metafórico de lo realmente memorable). El recuerdo es la remembranza re-creada, vuelta a vivir, pero desde la perspectiva del presente, cuando ya se tiene la posibilidad de volver la vista hacia atrás y re-vivir lo que yace, latente, en el pasado; es el caso de la maestra Martha Lilia, pues en sus versos se percibe lo que con certeza dice la presentadora: “un pasado que la construye a sí misma”.
Los textos que integran Los tiempos del caracol tienen variada hechura porque son producto de diferentes momentos creativos en una trayectoria prolongada, y esto le adiciona una cierta riqueza porque el lector va advirtiendo cambiantes veladuras que testimonian un existir tan sensible como intenso; las palabras fluyen con espontaneidad hacia un centro preciso que es la añoranza re-vivida; el lector va encontrando, al igual que en un pozo, después del túnel vertical y un tanto oscurecido de la memoria, la claridad al fondo, una claridad que aunque distante, resulta ser el diáfano espejo del recuerdo.
Materia poética son la familia, el padre o la madre, la hermana o el esposo, u otros personajes, sucesos y lugares tan cercanos todavía. Son varios los poemas que como muestra de todo lo anterior se podrían mencionar. Por ejemplo, “El sueño de la muerte”, donde la poeta declara con la visión existencial más amorosa que No quiero hablar de tu mente perdida de los últimos años/ sino de tu espíritu libre hasta el último día/ en que salimos del hospital y de la tierra/ porque tú me llevabas en brazos al espacio.
En el poema “Je suis en outre, revisitado” se palpa el estremecimiento de una fecha que con toda seguridad fue parteaguas en una vida intensa y creativa, o en “Limpieza en las profundidades”, donde la atmósfera escatológica del texto revela los misterios de la subconsciencia onírica. En “Viaje nocturno” encontramos que La vida me devuelve tu recuerdo/ mientras veo a las hormigas/ en fila hacia tu cuerpo enterrado/ en mi memoria.
Más, de todo aquello que puede ser lo superficial o lo sublime ¿habrá algo que persista? En “El futuro es un tren inalcanzable” comparte la duda universal: ¿Permanecerá algo de todo nuestro empeño? y más adelante nos ofrece su respuesta lapidaria, concluyente: Que cada cual sopese su corazón/ y atienda a sus latidos.
“Los tiempos del caracol” es un libro de versos para leerse con la ventana abierta a la nostalgia y la mirada orientada al corazón".
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