La siesta
LA SIESTA Poema de Enriqueta Ochoa
El perfume caliente de los jardines
corría loco en el viento.
Las casas dormían silenciosas
espolvoreadas de azafrán.
Tú te adormecías con el lejano rumor del mar.
Yo surcía.
Marianne llenaba la cesta
con hojas y piedrecillas.
Y la mirada penetrante de Dios
sobre nosotros se detuvo un instante
Esta poeta, de ochenta años, acaba de recibir el premio Bellas Artes de poesía
El perfume caliente de los jardines
corría loco en el viento.
Las casas dormían silenciosas
espolvoreadas de azafrán.
Tú te adormecías con el lejano rumor del mar.
Yo surcía.
Marianne llenaba la cesta
con hojas y piedrecillas.
Y la mirada penetrante de Dios
sobre nosotros se detuvo un instante
Esta poeta, de ochenta años, acaba de recibir el premio Bellas Artes de poesía
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