Una anécdota más...
Mi sobrina Gisele Olivares Sandoval quiere compartir con los lectores de este blog este poema dedicado a su padre, mi cuñado Felipe Olivares, un hombre cabal, como sólo pudo haberlo sido alguien que nació en este Aguascalientes de la gente buena, y que antes de morir conoció medio mundo, pero sobre todo que descubrió y nos hizo apreciar las cosas magníficas de nuestro país como el día en que nos invitó a subir al cerro de Tecutzingo para reconocer el terreno de lo que fue el señero jardín botánico de Nezahualcóyotl, o la ocasión en que bajamos a Malinalco para ubicar dónde quedaba el inframaundo prehispánico. Pero entre subir a los cerros y bajar a los valles, también visitamos muchas iglesias barrocas, algunas capillas franciscanas, varios pueblecitos, algunas pirámides, pinturas en Cacaxtla, artesanías en Metepec; comimos quesadillas de maíz azul, compramos copas de vidrio soplado en Texcoco, comimos tacloyos muchas veces en su casa, y tomamos vino tinto, degustamos el exquisito y oloroso madeira, brindamos con tequila, y cantamos con él y declamamos poemas. Salud, Felipe...
Una anécdota más…
Un tiempo, un espacio…
Una llamada en la noche
Las palabras dejan de sonar,
Solo el latido de un corazón
a punto de romperse se escucha.
Busco un sitio en la obscuridad…
Donde estar.
Donde lidiar con el dolor
que avanza cada segundo.
Un embustero semblante poseo.
A ese rostro frío y mesurado
Se le escapa una lágrima
impalpable para los demás.
Y en ese asilo de obscuridad
me abatió la agonía,
Pero emerge de las penumbras
con fulgor, un pensamiento.
El ser magnánimo por cual lloro
su partida del mundo…
y de mi vida;
con toda la enseñanza
que aún necesito,
y sus anécdotas
que todavía no me contaba.
El orador imprescindible,
en cualquier ocasión.
Lo último que me enseñó fue...
que puedo tener una vida llena de gozo.
Y siempre se puede contar…
… una anécdota más.
Gisele Olivares Sandoval (Menina)
Una anécdota más…
Un tiempo, un espacio…
Una llamada en la noche
Las palabras dejan de sonar,
Solo el latido de un corazón
a punto de romperse se escucha.
Busco un sitio en la obscuridad…
Donde estar.
Donde lidiar con el dolor
que avanza cada segundo.
Un embustero semblante poseo.
A ese rostro frío y mesurado
Se le escapa una lágrima
impalpable para los demás.
Y en ese asilo de obscuridad
me abatió la agonía,
Pero emerge de las penumbras
con fulgor, un pensamiento.
El ser magnánimo por cual lloro
su partida del mundo…
y de mi vida;
con toda la enseñanza
que aún necesito,
y sus anécdotas
que todavía no me contaba.
El orador imprescindible,
en cualquier ocasión.
Lo último que me enseñó fue...
que puedo tener una vida llena de gozo.
Y siempre se puede contar…
… una anécdota más.
Gisele Olivares Sandoval (Menina)
Comentarios