Un sábado en la ciudad de México
Estela y Felipe,
el "mozo" y la "moza"
caminan frente a mí
por la calle Donceles,
el sábado por la mañana.
Caminan frente a mí
y mutuamente se sostienen
como el sístole y la diástole
de un corazón esforzado.
Los dos caminan,
él se apoya en Estela
pero no sabe que su "moza"
siempre recordará esta mañana
de libros empolvados
y comida en La Blanca
Estela hubiera querido comer
algo especial,
algo festivo, algo para guardar
en la memoria,
algo que le recordara
el sabor de los besos
que aún le faltaban por dar.
Cuando regresamos a Huexotla
algo se quedó flotando en esa tarde...
un poema no dicho,
una canción no entonada.
Por eso
ahora ellos caminan
siempre en mi memoria.
M. L. S.
el "mozo" y la "moza"
caminan frente a mí
por la calle Donceles,
el sábado por la mañana.
Caminan frente a mí
y mutuamente se sostienen
como el sístole y la diástole
de un corazón esforzado.
Los dos caminan,
él se apoya en Estela
pero no sabe que su "moza"
siempre recordará esta mañana
de libros empolvados
y comida en La Blanca
Estela hubiera querido comer
algo especial,
algo festivo, algo para guardar
en la memoria,
algo que le recordara
el sabor de los besos
que aún le faltaban por dar.
Cuando regresamos a Huexotla
algo se quedó flotando en esa tarde...
un poema no dicho,
una canción no entonada.
Por eso
ahora ellos caminan
siempre en mi memoria.
M. L. S.
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